martes, 6 de mayo de 2008

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El reinado de Isabel II



El Reinado de Isabel II


1. El conflicto dinástico.
A la muerte de Fernando VII, su hija y heredera al trono tenía tan sólo tres años. Su madre: María Cristina asumió la regencia hasta la mayoría de edad de la niña. Aquellos que habían apoyado al hermano de Fernando VII como futuro rey de España ( los carlistas) iniciaron una lucha contra los partidarios de Isabel. En verdad, este conflicto dinástico iba más allá de la simple sucesión al trono; también significaba la lucha por la imposición de un modelo de sociedad perpetuando el Antiguo Régimen (carlistas), o un nuevo modelo siguiendo el liberalismo europeo (isabelinos). Finalmente, y tras la I guerra carlista (1833-1840), los liberales conseguirán la victoria, y un tímido régimen liberal irá desmantelando poco a poco el antiguo régimen absolutista.
¿Quiénes eran los carlistas? Mayoritariamente los carlistas fueron los nostálgicos del Antiguo Régimen, nobleza, Iglesia, y parte del campesinado que tenía mejores condiciones de vida trabajando la tierra de los antiguos privilegiados con unos arrendamientos muchas veces, testimoniales. También lo fueron aquellos defensores de los antiguos fueron medievales, por eso se entiende que el movimiento carlista tuviera más apoyo en Cataluña, País Vasco, norte de la Comunidad Valenciana. Su lema se resumía en la frase: “Dios, Patria y fueros”.
¿Quiénes eran los liberales? Sobre todo, la burguesía y las clases populares urbanas. Aquellos que pretendían una modernización del país, un giro radical, y una aproximación a la política imperante en Europa.
Dentro de los liberales podemos establecer dos grupos: los moderados: que eran aquellos que estaban a favor de cambios en la sociedad pero de manera más limitada, y defensores a ultranza de un sufragio muy restringido. Y los progresistas: más “radicales” querían desmantelar toda la estructura del Antiguo Régimen de manera más inmediata.

María Cristina, supo situarse desde el comienzo de su regencia del lado de los liberales pues sabía que eran el único apoyo para que su hija pudiera gobernar. Ahora bien, se posicionará ( al igual que posteriormente lo hará su hija) del lado de los liberales moderados. Así pues, a lo largo de todo el reinado de Isabel II vamos a asistir a un protagonismo casi absoluto del liberalismo más moderado y conservador y sólo durante breves períodos de tiempo, los liberales podrán establecer algunas reformas importantes. Así, entre 1835-37, los liberales progresistas llevarán a cabo reformas y leyes que acabaron desmantelando el antiguo régimen señorial. Una de las más importantes fue la desamortización de Mendizábal, (la expropiación de tierras de la Iglesia para sacarlas a la venta a subasta pública, así cualquiera podría convertirse ahora en nuevo propietario ya no sólo nobleza e Iglesia), y otra, la extinción de los gremios (que evitaban la libre competencia). También, en 1837, se redactó una nueva Constitución que reconocía: la Soberanía Nacional, la división de poderes, una amplia declaración de derechos del ciudadano, (aunque el sufragio seguía contemplándose como censitario).
En 1840, desbordada por los continuos enfrentamientos con los progresistas, María Cristina dimite, iniciándose una nueva regencia: la de Espartero ( hasta 1843), momento en el que se decide adelantar la mayoría de edad de la reina hasta los 13 años.

2. La Década Moderada (1843-1854).
Cuando Isabel II llega al poder en 1843, se inician diez años de reinado marcados por un liberalismo muy conservador, basados en el predominio social de la burguesía más adinerada (principalmente, la nueva burguesía agraria) que pretendía afianzar un nuevo orden político y social capaz de frenar las pretensiones absolutistas del carlismo, y también alejar del poder a los sectores más progresistas y a las clases más humildes.
Durante este período fue muy importante la promulgación de una nueva Constitución, la de 1845. Tenía un carácter marcadamente conservador: por ej. La soberanía no era nacional, sino que compartida entre las Cortes y el Rey, y mantenía un sufragio censitario muy restringido.
Durante esta Década, el Estado subvencionó a la Iglesia católica, la administración del país se mantuvo de manera muy centralizadora (es decir, todo dirigido desde Madrid) a excepción del País Vasco y Navarra que, por miedo a nuevos rebrotes del carlismo, mantuvieron ciertos privilegios. También fue en este momento cuando se crea el cuerpo de la Guardia Civil.

3. El Bienio Progresista (1854-1856).
Los militares tuvieron mucha importancia en la vida política a lo largo de todo el s. XIX. Los liberales progresistas o los moderados alcanzaban el poder a través de pronunciamientos que protagonizaban junto a estos militares. Así ocurrió en 1854, momento en el que un grupo de liberales progresistas protagonizaron un pronunciamiento militar en Vicálvaro. Un personaje principal durante este bienio será, de nuevo, Espartero. Podemos afirmar que una de las obras principales de este momento será la Desamortización de Madoz que, en esta ocasión, afectó especialmente a los bienes de los Ayuntamientos. También fue importantísimo la impulsión de la ley para la construcción del ferrocarril (1855).

4. EL fin del reinado de Isabel II y el Sexenio Democrático.
Dentro del país, muchos eran los enemigos de la reina y de su gobierno siempre en defensa de los liberales más conservadores, así que la oposición al régimen fue cada vez en aumento y surgieron nuevos grupos políticos como los demócratas (aquellos que creían en una soberanía popular y en un sufragio universal), y los republicanos que querían hacer desaparecer definitivamente la monarquía. La situación de crisis económica que vive el país en 1868 va a suponer el momento ideal para hacer desaparecer a la desacreditada monarquía de los Borbones. Así, se produjo una revolución a la que llamaron La Gloriosa, y cuyo lema se resumía en la célebre frase: ¡Viva España con honra! El movimiento fue encabezado por el general Prim (progresista) y Serrano, estalló en septiembre (por eso a esta Revolución también se le conoce como Septembrina), con la sublevación de la escuadra de Topete en la bahía de Cádiz. El pronunciamiento militar fue seguido por revueltas en las principales ciudades donde se formaron las Juntas Revolucionarias. Las tropas fieles a la reina y al Gobierno fueron vencidas en Alcolea, e Isabel tuvo que marchar hacia el exilio.
En ese momento, se formó un Gobierno provisional a cuyo frente se colocaron Prim y Serrano (los dos grandes protagonistas de la Revolución) y que redactó un gran programa de reformas. Se reconoció entonces el sufragio universal, amplios derechos y libertades (de imprenta, de asociación, de cultos) y se redactó una nueva Constitución: la de 1869, nunca antes España había tenido una Constitución democrática. Ahora bien, se debía elegir que España fuera una república o que continuase siendo una monarquía. Se decidió esta última opción y se buscó un nuevo rey: Amadeo I de Saboya. Su reinado será muy breve (1870-1873) ya que tuvo que afrontar numerosos problemas, hasta que desbordado por la situación, decidió dimitir del trono. Fue entonces cuando por primera vez, se proclama en España una República: la I República española ( 1873-1874). Durante el año de su vigencia se sucedieron hasta 4 jefes de estado, y tuvo que enfrentarse a numerosos problemas como la III guerra carlista y la guerra cubana, así que en 1874 de nuevo, un golpe militar (en este caso protagonizado por el general Pavía) disolvió las Cortes y se volvió la vista de nuevo hacia la monarquía: el nuevo rey iba a ser el hijo de Isabel II: Alfonso XII, y con él comenzará una nueva etapa: el Régimen de la Restauración.